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La falda del vestido femenino, más comúnmente denominada refajo , es sin duda la prenda más llamativa y hermosa del atuendo murciano. Dependiendo de la zona, y por lo tanto de la climatología, las mujeres murcianas solían utilizar refajos de paño de lana, de amplios vuelos, en zonas frías y de montaña, mientras que en zonas más próximas a la costa y cálidas el refajo era de algodón (sobre todo en época estival).
Los colores del refajo eran variadísimos, dependiendo de los últimos descubrimientos en tintes y modas, pero si que solía predominar el color grana, símbolo de distinción y poderío social.
Los refajos solían ser más o menos iguales en todas las comarcas de la Región de Murcia, no habiendo una diferencia notable de unas a otras, a pesar de que se le siga llamando a un refajo "típico" de la zona donde se haya localizado.
Se trata de un refajo a rayas verticales de unos 3 cm de anchura. Este refajo se solía emplear a diario y para faenas de trabajo. Por ello la ausencia de bordados de cualquier tipo era generalizado. Los colores de las listas variaban, desde verdes y blancas, hasta tricolores, azules, granates y rosas.
Solía utilizarse como prenda de abrigo en invierno, colocándose encima de otra. Estos refajos se confeccionaban en telares caseros de lana (bayadera) y solían ir sin adornos aunque algunos eran rematados con recortes de paño y una especie de puntilla realizada en lana.
Este tipo de refajo era frecuente en niñas y adolescentes, quizá por la sencillez del mismo.
Confeccionado en lana roja lisa y bordado con ornamentos florales en lana de color blanco o hueso. Resulta, sin lugar a dudas, uno de los refajos más vivos, alegres y vistosos de la indumentaria femenina. En Alhama también se ha localizado otro refajo de similares características, pero de lana bordado en seda, con siete cenefas, debido al auge de la industria de la sericultura en nuestra región.
Precisamente, debido a la buena situación de los sederos, este refajo lleva una figura ornamental que representa un gusano de seda (algo modificado y desvirtuado con el paso del tiempo. En la actualidad se asemeja más a una hoja estilizada que a un gusano de seda). A estas cenefas dispuestas horizontalmente se le denominaban "rodaos" o "cenefas de movimiento", al tratarse de grupos repetidos. El refajo se remata con un cordoncillo de lana para proteger el roce de la prenda con el suelo.
El gusano de seda representado en la cenefa de este refajo, ha sido tomada por el "Villa de Alhama" como imagen corporativa y signo de identidad del Grupo.
Con la llegada del Barroco a España (corte de Felipe II) se produce un cambio en la moda del vestir. Los bordados en lana y seda tienden a sustituirse por ornamentos mucho más recargados y ostentosos, exponente de las clases adineradas y de la suntuosa corte. Se empiezan a bordar los refajos con perlas, piedras preciosas, lentejuelas, cordones, canutillos de oro y plata, etc., hasta el punto que el fondo de la tela no llega a verse de la cantidad de ornamentos que sobre ella cosían.
Este refajo, conocido como "de lujo", tiene sus orígenes en el traje de bodas, en un principio de raso negro y adornado con motivos florales, recortes de terciopelo, lentejuelas, azabaches y pedrería, del mismo color que el tejido, lo que le imprimía un carácter solemne a la boda. El refajo se remata con puntilla metálica plateada más o menos ancha.
Este refajo lleva una ornamentación de recortes en terciopelo negro realizados a tijera superpuestos sobre tela de seda rosa. También se solía hacer este tipo de ornamentación mediante la técnica del pirograbado (grabado con calor). Era frecuente en estos refajos la presencia de uno o dos volantes en la parte baja.
Este refajo bien pudiera haber pertenecido a una señora de clase acomodada del siglo XIX y que lo dedicara especialmente a grandes solemnidades o bodas. En nuestro pueblo vecino, Totana, eran bastante frecuentes, sobre todo los de color amarillo con recortes negros, hasta el punto que algunos lo conocen como refajo totanero .
Hay quienes opinan que la ornamentación de este refajo tiene una indudable influencia árabe, que recuerda a la tracería de esta cultura, aunque podría ser una opinión un tanto osada y con poca credibilidad científica.